viernes, 20 de mayo de 2016

UNA VIDA SEMEJANTE A LA SUYA

Si todos los que pretenden ser hijos de Dios albergaran un espíritu de bondad y amor, sin pensamientos indignos ni atención indebida, y dedicaran las facultades que Dios les dio para difundir la verdad, y tratar de ganar almas, ¡de qué manera brillaría esa luz resplandeciente y constante sobre el mundo!
Si creemos que sólo Cristo puede salvar a las almas mediante su gracia incomparable, cuán ferviente debería ser cada cual para exaltar a Cristo, para orar tanto como él lo hizo, y mediante una fe viva pedir tanto en su nombre que al fin reciba respuesta, y esté dispuesto a consumirse y a que lo consuman con el fin de ganar almas para el Señor. Abran la puerta del corazón a su Espíritu y su gracia todos los que profesen ser cristianos; entonces la paz de Cristo gobernará de tal manera el corazón y se manifestará de tal modo en sus caracteres que no habrá discordia, ni contienda, ni emulación, ni morderse, ni devorarse mutuamente, ni lucha por la supremacía. Se hará un esfuerzo muy grande y ferviente para vivir la vida de Cristo...
Jesús era cortés y benévolo. Fue obediente a todos los mandamientos de su Padre, y lo hizo sin discusión y sin consultar ni a la conveniencia ni a sus intereses personales...


El Redentor del mundo nos habla; escuchemos lo que dice: “Bienaventurados los que lavan sus ropas [los que guardan sus mandamientos], para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad”. Apocalipsis 22:14. Entonces los que descubren los requerimientos de Dios en su Palabra y no los cumplen, y en cambio excusan su negligencia o voluntario desprecio de los requisitos divinos, dan testimonio por medio de su conducta de que no se encuentran comprendidos entre los que han de recibir el cumplimiento de la bendita promesa si cumplen la condición de obedecer. No se contarán entre los que tendrán derecho al árbol de la vida, sino que estarán entre los transgresores voluntarios de la ley de Dios a quienes Jesús dice: “Apartaos de mí todos vosotros, hacedores de maldad”. Lucas 13:27. De Autor Momentos de Oracion.




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