Cuando oráis por bendiciones temporales, recordad que el Señor puede ver
que no es para vuestro bien o para su gloria el daros exactamente lo
que pedís. Pero él contestará vuestra oración dándoos exactamente lo que
es mejor para vosotros.
Cuando Pablo oró para que fuese quitada la
espina de su carne, el Señor contestó su oración, no quitándole la
espina, sino dándole gracia para soportar la prueba...
“Bástate mi
gracia”, le dijo. Pablo se gozó por esta
respuesta a su oración declarando: “Por tanto, de buena gana me
gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder
de Cristo”. 2 Corintios 12:9. Cuando los enfermos oran por el
restablecimiento de su salud, el Señor no siempre contesta sus oraciones
en la forma exacta que ellos quisieran. Pero aunque no sean sanados
inmediatamente, él les dará lo que es de mucho mayor valor: la gracia
para soportar su enfermedad.
Haced vuestras peticiones a vuestro
Hacedor. Nunca es rechazado nadie que acuda a él con corazón contrito.
Ninguna oración sincera se pierde. En medio de las antífonas del coro
celestial, Dios oye los clamores del más débil de los seres humanos.
Derramamos los deseos de nuestro corazón en nuestra cámara secreta,
expresamos una oración mientras andamos por el camino, y nuestras
palabras llegan al trono del Monarca del universo. Pueden ser inaudibles
para todo oído humano, pero no morirán en el silencio, ni serán
olvidadas a causa de las actividades y ocupaciones que se efectúan. Nada
puede ahogar el deseo del alma. Este se eleva por encima del ruido de
la calle, por encima de la confusión de la multitud, y llega a las
cortes del cielo. Es a Dios a quien hablamos, y nuestra oración es
escuchada.
Vosotros los que os sentís los más indignos, no temáis encomendar vuestro caso a Dios. De Autor Momentos de Oracion.
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