Hemos
sido extraídos como piedras toscas de la cantera del mundo por el pico
de la verdad, para ser colocados en la vitrina de Dios. Quien tenga una
fe genuina en Cristo como su Salvador personal, descubrirá que la verdad
lleva a cabo una obra definida en su favor. Su fe es una fe activa, y
la fe obra por el amor y purifica el alma. Jesús pagó nuestro rescate;
dio su propia vida para que los que
crean en él no se pierdan, mas tengan vida eterna. Los que reciban la
verdad por la fe darán testimonio de la calidad de su fe. Mejorarán
constantemente, al mirar a Jesús, Autor y Consumador de nuestra fe. No
podemos producir fe, pero podemos colaborar con Cristo para promover el
desarrollo y el triunfo de la fe...
La obra de Cristo en el corazón
no destruye las facultades del ser humano. Cristo dirige, fortalece,
ennoblece y santifica las virtudes del alma. Al relacionarnos
personalmente con él, nos capacitamos para representar su carácter ante
el mundo. Jesús dice: “Más todos los que le recibieron, a los que creen
en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. Juan 1:12. Y
de nuevo: “Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia”.
Juan 1:16.
Se debe manifestar a Cristo en el círculo del hogar.
Los padres y madres tienen una pesada responsabilidad, porque se les ha
encargado dar lecciones correctas a sus hijos. Tienen que hablarles con
bondad, ser pacientes con ellos, velar en oración suplicándole al Señor
que modele y conforme los corazones de sus hijos. Pero mientras lo
hacen, hagan su parte los padres y madres, al presentar a sus retoños un
vívido ejemplo del Modelo divino. Dios no aceptará una obra mal hecha.
Los hijos son herencia de Dios, y los ángeles del cielo están vigilando
para ver si los padres y los hijos colaboran con él en la edificación
del carácter de acuerdo con el modelo divino. De Autor Momentos de Oracion.
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