Lo que debiera causar el gozo más profundo es el hecho de que Dios
perdona el pecado. Si aceptamos su promesa y abandonamos nuestros
pecados, está listo y dispuesto a limpiarnos de toda injusticia. Nos
dará un corazón puro y la presencia permanente de su Espíritu pues Jesús
vive para interceder por nosotros. Pero ... las cosas espirituales se
disciernen espiritualmente. Una fe viviente, activa y permanente es la
que discierne la voluntad de Dios, la
que se apropia de las promesas y se beneficia con las verdades de su
Palabra. No es porque somos justos, sino porque somos necesitados,
imperfectos, descarriados e impotentes por nosotros mismos por lo que
debemos depender de la justicia de Cristo y no de la nuestra.
Cuando
recibas las palabras de Cristo como si te fueran dirigidas
personalmente, cuando te apliques la verdad a ti mismo como si fueras el
único pecador sobre la faz de la tierra por el cual murió Cristo,
aprenderás a reclamar por fe los méritos de la sangre de un Salvador
crucificado y resucitado...
Muchos sienten que sus defectos de
carácter les hacen imposible hacer frente a la norma que ha levantado
Cristo; pero todo lo que deben hacer los tales es humillarse a cada paso
bajo la poderosa mano de Dios...
Cuando él [Cristo] ve a los
hombres levantando las cargas, tratando de llevarlas con mente humilde,
desconfiando de sí mismos y confiando en él, añade a la obra de ellos la
perfección y suficiencia de él, y eso es aceptado por el Padre. Somos
aceptos en el Amado. Los defectos del pecador son cubiertos por la
perfección y plenitud del Señor, Justicia nuestra. Los que con voluntad
sincera y corazón contrito se esfuerzan humildemente para vivir a la
altura de los requerimientos de Dios, son considerados por el Padre con
amor compasivo y tierno. De Autor Momentos de Oracion.
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