Que no os desanime vuestra gran necesidad. El Salvador de los pecadores,
el Amigo de los que no tienen amigo, con una compasión infinitamente
mayor de la que tiene una madre tierna por un hijo amado y afligido, nos
invita: “Mirad a mí y sed salvos”. Isaías 45:22. “Más él herido fue por
nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra
paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados”. Isaías
53:5...
Existe el peligro de no hacer un asunto
personal de las enseñanzas de Cristo, de no recibirlas como si se nos
dirigieran personalmente. Jesús se dirige a mí en sus palabras de
instrucción. Puedo apropiarme de sus méritos, su muerte, su sangre
purificadora, tan plenamente como si no hubiera otro pecador en el mundo
por quien hubiera muerto Cristo...
Para todos hay esfuerzos,
conflictos y abnegación. Nadie escapará de ellos. Debemos recorrer la
senda que Jesús recorrió; puede significar lágrimas, pruebas,
privaciones, pesar por el pecado, o procurar el dominio de los deseos
depravados, del carácter desequilibrado y del temperamento violento. Se
requiere un esfuerzo decidido para presentarnos como sacrificio vivo,
santo y agradable a Dios. Comprende a todo el ser. No hay lugar en la
mente donde Satanás pueda dominar y realizar sus designios. El yo debe
ser crucificado. Hay que realizar una consagración, una sumisión y un
sacrificio tan intensos como si se quitara la sangre del corazón.
¿Os apenaría ser abofeteados, despreciados, escarnecidos y calumniados
por el mundo? No debería apenaros, porque Jesús nos dijo lo que
ocurriría. “Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido
antes que a vosotros”. Juan 15:18. De Autor Momentos de Oracion.
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