Que cada uno, por amor de Cristo y por el bien de su propia alma,
deseche la conformidad con el mundo, con sus costumbres, vanidades y
modas. ¡Cuidado con los mandamientos humanos que oscurecen los santos
mandamientos de Dios! El amador de los placeres siempre está
insatisfecho, y desea continuamente volver a la excitación del salón de
baile, el teatro y las fiestas. El tiempo que Dios nos ha dado para
prepararnos para la eternidad es empleado por miles de personas
en leer novelas. Así se pervierte el intelecto dado por Dios, se
descuida la Palabra de Dios, se privan a la mente y al alma del poder
moral necesario para luchar contra las faltas y los errores, los hábitos
y las prácticas, que descalifican al alma para disfrutar de la
presencia de Cristo aquí o en la vida inmortal futura...
Preguntémonos
seriamente y con intenso interés: “¿Cómo está mi alma? ¿Estoy
trabajando contra mi Redentor mediante mis hábitos y prácticas?”
Preguntaos: “¿Glorifico a Cristo? ¿Le muestro a una generación torcida y
desobediente que prefiero sufrir reproches por amor a Jesús?”
¿Apuntarán alto los profesos seguidores de Cristo y alcanzarán la norma
de la santidad? Es mejor ser mundano que cristiano profeso común y
vulgar. Atreveos a salir del mundo y a ser diferentes. Atreveos a ser
singulares, porque amáis a Jesús más que al mundo, y la justicia con
persecución más que la desobediencia con prosperidad mundana. La santa y
completa obediencia mediante la dependencia del Señor Jesús fortalecerá
al alma para que permanezca firme en la fe y la esperanza del
evangelio.
Jesús dijo: “Separados de mí nada podéis hacer”. Juan
15:5. La unión con Cristo es el único medio a nuestra disposición para
vencer el pecado... Vivimos y nos movemos en él. De Autor Momentos de Oracion.
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