El esposo debe manifestar gran interés por su familia. En especial, debe
ser muy considerado con los sentimientos de una esposa débil. Puede
evitarle mucha enfermedad. Las palabras bondadosas y alentadoras
resultarán más eficaces que las mejores medicinas. Infundirán valor al
corazón de la desalentada y abatida, y la felicidad y alegría
introducidas en la familia por los actos de bondad y palabras de aliento
recompensarán diez veces el esfuerzo...
El esposo
debe recordar que sobre la madre recae gran parte de la carga que
representa la educación de los hijos, pues ella tiene mucho que ver con
la formación de sus intelectos. Esto debe inducirle a él a manifestar
los sentimientos más tiernos, y a aliviar con cuidado las cargas de
ella. Debe animarla a apoyarse en los amplios afectos de él y a dirigir
su atención hacia el cielo donde hay fuerza, paz y descanso final para
los cansados. No debe llegar a casa con una frente adusta, sino que con
su presencia debe infundir alegría a la familia y animar a su esposa a
mirar hacia arriba y a creer en Dios. Unidos, pueden aferrarse a las
promesas de Dios y atraer su rica bendición sobre la familia.
Más
de un marido y padre podría sacar provechosa lección del solícito
cuidado del fiel pastor. Jacob, al verse instado a emprender difícil y
apurada caminata, contestó: “Los niños son tiernos... tengo ovejas y
vacas paridas; y si las fatigan, en un día morirán todas las ovejas...
Me iré poco a poco al paso de la hacienda que va delante de mí, y al
paso de los niños”.
En el camino penoso de la vida sepa el marido y
padre ir “poco a poco”, al paso en que pueda seguirle su compañera de
viaje. En medio del gentío que corre locamente tras el dinero y el
poder, aprenda el esposo y padre a medir sus pasos, a confortar y a
sostener al ser humano llamado a andar junto a él. De Autor Momentos de Oracion.
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