Sé que todos los que están en el camino de la salvación tendrán que
librar batallas contra Satanás; y sé también que él echará mano de toda
artimaña para lograr sus propósitos, porque a través de Uds. puede
afligirnos, debilitar nuestro valor y colocarnos una carga de
preocupación. Pero me siento contenta porque cada carta que recibimos
expresa la determinación de Uds. de seguir adelante y pelear la buena
batalla de la fe. Dicen que aman a Jesús y que es su intención dedicar sus vidas a su servicio. ¡Preciosa decisión!
Cuanto más preserven su integridad cristiana para conocer y comprender
por sí mismos el camino de la vida y de la salvación, menos del molde
mundanal estará sobre ustedes. Cuanto más conozcan acerca de Jesús,
mayor deseo tendrán de conocerle y comprenderán mejor su ignorancia
acerca de las cosas de interés eterno. Queremos tener el espíritu
correcto, el espíritu que se deja enseñar, el deseo de aprender en la
escuela de Cristo lecciones de humildad y mansedumbre. “Aprended de mí”,
dijo el Maestro celestial, “que soy manso y humilde de corazón; y
hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y
ligera mi carga”. Mateo 11:29, 30. Cuando tratamos de llevar nuestras
cargas por nosotros mismos y fabricamos nuestro propio yugo, éste
resulta penoso y la carga se vuelve pesada. Anhelamos la mansedumbre de
Cristo; entonces las cosas pequeñas ya no nos irritan. Podemos tener
celo en el trabajo, pero esto no es todo lo que necesitamos. Necesitamos
la verdadera simpatía cristiana. Necesitamos que el yo y nuestra
voluntad se sumerjan en la voluntad de Cristo. Necesitamos mantener el
ojo fijo en la gloria de Dios. Necesitamos estar continuamente
anhelantes y trabajar para el honor y la gloria de Dios...
La solidez
de nuestros principios y la fortaleza de nuestra lealtad serán puestas a
prueba. Quisiera que todos pudieran ver, como yo he visto, las obras
astutas, sutiles y perseverantes de Satanás para tentar y engañar. Su
vigilancia nunca decae. Si tiene fácil acceso a las almas se debe a que
éstas no están atentas para escuchar las advertencias que Dios hace...
De esta manera muchos invitan al enemigo a que los tiente. Caminan en
forma tan descuidada que llegan a ser presa fácil. Abren de par en par
la ciudadela del alma, le invitan a entrar, y se colocan en
circunstancias en que serán entrampados...
Debemos ser el pueblo que
Dios planeó que fuéramos, absorbiendo los rayos divinos de luz del Sol
de justicia y difundiéndolos en medio de las tinieblas morales que
cubren la tierra. De Autor Momentos de Oracion.
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