Es un error dar cabida al pensamiento de que Dios se complace en ver
sufrir a sus hijos. Todo el cielo está interesado en la felicidad del
hombre. Nuestro Padre celestial no cierra las avenidas del gozo a
ninguna de sus criaturas. Los requerimientos de Dios nos invitan a
rehuir todos los placeres que traen consigo sufrimiento y contratiempos,
que nos cierran la puerta de la felicidad y del cielo. El Redentor del
mundo acepta a los hombres tales como son,
con todas sus necesidades, imperfecciones y debilidades; y no solamente
los limpiará de pecado y les concederá redención por su sangre, sino
que satisfará el anhelo de todos los que consientan en llevar su yugo y
su carga. Es su designio dar paz y descanso a todos los que acudan a El
en busca del pan de vida. Sólo nos pide que cumplamos los deberes que
guíen nuestros pasos a las alturas de una felicidad que los
desobedientes no pueden alcanzar. La vida verdadera y gozosa del alma
consiste en que se forme en ella Cristo, esperanza de gloria. De Autor Momentos de Oracion.
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