Aun antes de que oración sea pronunciada, o el anhelo del corazón sea
dado a conocer, la gracia de Cristo sale al encuentro de la gracia que
está obrando en el alma humana...
Podemos reclamar sus promesas con audacia
“Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid
todo lo que queréis, y os será hecho”. Presentad esta promesa cuando
oráis. Tenemos el privilegio de ir ante Dios con santa osadía. Si le
pedimos con sinceridad que haga brillar su
luz sobre nosotros, nos oirá y contestará. Pero debemos vivir en
armonía con nuestras oraciones. No tienen valor si caminamos en
dirección opuesta a ellas. He visto a un padre que, después de leer un
pasaje de las Escrituras y orar, con frecuencia, casi tan pronto como se
levantaba de sus rodillas, comenzaba a regañar a sus hijos. ¿Cómo podía
contestar Dios la oración que se había ofrecido? Y si después de haber
increpado a sus hijos, un padre ora, ¿beneficia esa oración a los hijos?
No, a menos que sea una oración de confesión a Dios.
Cuando esté
por hablar apasionadamente, cierre la boca. No diga una palabra. Ore
antes de hablar, y los ángeles del cielo vendrán a ayudarle y a echar a
los ángeles malos que quisieran inducirla a deshonrar a Dios, lanzar
reproches contra su causa y debilitar su propia alma. De Autor Momentos de Oracion.
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