Muchos dicen: “¿Cómo me entregaré a Dios?” Deseáis hacer su voluntad,
mas sois moralmente débiles, esclavos de la duda y dominados por los
hábitos de vuestra vida de pecado. Vuestras promesas y resoluciones son
tan frágiles como telarañas. No podéis gobernar vuestros pensamientos,
impulsos y afectos. El conocimiento de vuestras promesas no cumplidas y
de vuestros votos quebrantados debilita la confianza que tuvisteis en
vuestra propia sinceridad, y os induce a
sentir que Dios no puede aceptaros; mas no necesitáis desesperar. Lo
que debéis entender es la verdadera fuerza de la voluntad. Esta es el
poder gobernante en la naturaleza del hombre, la facultad de decidir o
escoger. Todo depende de la correcta acción de la voluntad. Dios dió a
los hombres el poder de elegir; a ellos les toca ejercerlo. No podéis
cambiar vuestro corazón, ni dar por vosotros mismos sus afectos a Dios;
pero podéis escoger servirle. Podéis darle vuestra voluntad, para que El
obre en vosotros tanto el querer como el hacer, según su voluntad. De
ese modo vuestra naturaleza entera estará bajo el dominio del Espíritu
de Cristo, vuestros afectos se concentrarán en El y vuestros
pensamientos se pondrán en armonía con El. De Autor Momentos de Oracion.
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