Enoc anduvo con Dios. Pensaba como Dios. El profeta pregunta: “¿Andarán
dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?” Si pensamos como Dios, nuestra
voluntad se sumergirá en la de Dios, e iremos a cualquier parte donde
Dios nos dirija. Así como un niño amante pone su mano en la de su padre,
y camina junto a él con plena confianza haya oscuridad o luz, así
también los hijos de Dios deben andar con Jesús en tiempo de gozo o de
aflicción, a la luz o en las sombras, en el camino de la vida...
Los seguidores de Cristo deben manifestar las características de su
Señor ante el mundo. No deben descuidar su deber o dejar de prestarle la
debida atención, ni tampoco deben ser indiferentes a su influencia,
porque deben ser los representantes de Jesús en el mundo...
Los que
no andan con toda fe y pureza, se aterrorizan ante el pensamiento de
presentarse delante de su Señor. No les gusta pensar o hablar de Dios.
Dicen en su corazón y mediante sus acciones: “Aléjate de nosotros, oh
Dios; no queremos el conocimiento de tus caminos”. Pero el verdadero
cristiano, por la fe en Cristo, conoce cuáles son los pensamientos y
cuál es la voluntad de Dios. Comprende por experiencia viva algo de la
longitud, la profundidad, la anchura y la altura del amor de Dios que
sobrepasa todo entendimiento.
El alma que ama a Dios, se complace
en obtener fuerza de él mediante una constante comunión con él. Cuando
la conversación con Dios se convierte en el hábito del alma, se rompe el
poder del diablo, porque Satanás no puede morar cerca del alma que está
junto a Dios. Si Cristo es vuestro compañero, no tendréis pensamientos
vanos e impuros; no os complaceréis en pronunciar palabras frívolas que
afligirán al que ha sido el santificador de vuestra alma...
La religión de Cristo refinará el gusto, santificará el juicio, elevará, purificará y ennoblecerá el alma. De Autor Momentos de Oracion.
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