El Señor se mantiene en activa comunicación con cada parte de sus vastos
dominios. Se lo representa inclinándose hacia la tierra y sus
habitantes. El escucha cada palabra que se pronuncia y oye cada gemido;
presta atención a cada oración; observa los movimientos de cada ser...
Dios siempre ha velado por su pueblo... Cristo enseñó a sus discípulos
que la medida de atención divina concedida a cualquier objeto o ser
depende de la jerarquía que le corresponde dentro
de la creación de Dios. Les señaló los pájaros, y les dijo que ni
siquiera un gorrión cae en tierra sin que el Padre celestial lo
advierta. Y si Dios se preocupa por un gorrioncillo, con toda seguridad
las almas por las cuales Cristo murió son de inmenso valor para él. El
valor del hombre, la estima en que Dios lo tiene, se revela en la cruz
del Calvario...
La misericordia y el amor de Dios hacia la raza caída no han dejado de multiplicarse, ni han cambiado de dirección.
Es cierto que sufriremos chascos y que nos aguardan tribulaciones; pero
debemos encomendar todo, sea grande o pequeño, a nuestro Dios. A él no
lo aturden la multitud de nuestros sinsabores, ni lo abruma el peso de
nuestras cargas. Su protección se extiende a todos los hogares y vela
por cada individuo. A él le preocupan todos nuestros negocios y pesares.
El anota cada lágrima; se conmueve al advertir nuestras debilidades.
Todas las aflicciones y pruebas que nos sobrecogen son permitidas a fin
de que obren los divinos propósitos de amor en nuestro beneficio, “para
que recibamos su santificación”, y así participemos de la plenitud del
gozo que se halla en su presencia. De Autor Momentos de Oracion.
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