El Señor os dice a cada uno de vosotros: “Dame, hijo mío, tu corazón”.
El ve vuestra confusión. El sabe que vuestra alma está enferma de
pecado, y desea deciros: “Tus pecados te son perdonados”. El Gran Médico
tiene un remedio para cada dolencia. El entiende tu caso. Sean cuales
fueren tus errores, él sabe cómo arreglarlos. ¿No te encomendarás a él?
La bendición de Dios reposará sobre cada alma que se consagre plenamente a él. Cuando busquemos a Dios de todo
corazón, lo encontraremos. Dios tiene celo por nosotros, y quiere que
hagamos una obra cabal para la eternidad. El volcó todo el cielo en un
don, y no hay razón para dudar de su amor. Contemplemos el Calvario...
Dios te pide que le des tu corazón. Tus facultades, tus talentos, tus
afectos, todo debes consagrarle para que pueda obrar en ti el querer y
el hacer su voluntad y te haga apto para la vida eterna...
Cuando
Cristo mora en el corazón, el alma está llena de su amor, del gozo de su
comunión, que se une a él; y pensando en él, se olvida de sí misma. El
amor de Cristo es el móvil de la acción. Aquellos que sienten el
constructivo amor de Dios no preguntan cuánto es lo menos que pueden
darle para satisfacer los requerimientos de Dios; no preguntan cuál es
la más baja norma aceptada, sino que aspiran a una vida de completa
conformidad con la voluntad de su Salvador. Con ardiente deseo entregan
todo, y manifiestan un interés proporcionado al valor del objeto que
buscan. –
Lo que Dios quiere es el espíritu sumiso, susceptible de
enseñanza. Lo que otorga a la oración su excelencia es el hecho de que
emana de un corazón amante y obediente. De Autor Momentos de Oracion.
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