La primera aspiración del alma por la mañana debe ser la de acudir a la
presencia de Jesús. “Sin mí—dice Cristo—nada podéis hacer”. Jesús es lo
que necesitamos: su luz, vida y espíritu deben ser nuestros
constantemente. Lo necesitamos cada hora. Y por la mañana debemos pedir
en oración que tal como el sol ilumina la campiña y llena el mundo de
luz, el Sol de justicia brille en los recintos de la mente y el corazón,
y nos haga todo luz en el Señor. No
podemos vivir un momento sin su presencia. El enemigo sabe cuándo
empezamos a hacer a un lado a nuestro Señor, y allí está él, listo para
envenenar nuestra mente con sus malvadas sugestiones para que perdamos
la firmeza; pero el Señor desea que momento tras momento moremos en él, y
así en él seremos plenos...
Dios tiene el propósito de que cada
uno de nosotros sea perfecto en él, para que podamos presentar ante el
mundo la perfección de su carácter. El quiere que nos libertemos del
pecado, que no defraudemos al cielo, que no contristemos a nuestro
divino Redentor. El no desea que profesemos el cristianismo, y que luego
no nos apropiemos de la gracia que nos podrá hacer perfectos, para que
no seamos hallados faltos. –
La oración y la fe harán lo que ningún
poder en la tierra podrá hacer. Raramente nos encontramos dos veces en
la mismísima situación. Tenemos que atravesar continuamente por nuevas
situaciones y pruebas, donde la experiencia pasada no puede ser guía
suficiente. Debemos tener la luz continua que viene de Dios. Cristo
manda continuamente mensajes a los que escuchan su voz.
Forma parte del plan divino el sernos concedido en respuesta a la oración de fe lo que no nos sería dado de otro modo. De Autor Momentos de Oracion.
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