La conducta de David para con Saúl encierra una lección. Por mandato de
Dios Saúl fué ungido rey de Israel. Por causa de su desobediencia, el
Señor declaró que el reino le sería quitado; y no obstante, ¡cuán
cariñosa, cortés y prudente fué la conducta de David para con él! Al
procurar quitarle la vida a David, Saúl se trasladó al desierto, y, sin
saberlo, penetró en la misma cueva en que David y sus guerreros estaban
escondidos. “Entonces los de David le
dijeron: He aquí el día de que te ha dicho Jehová: ... Entrego tu
enemigo en tus manos, y harás con él como te pareciere. ... Y dijo a los
suyos: Jehová me guarde de hacer tal cosa contra mi señor, el ungido de
Jehová, que yo extienda mi mano contra él; porque es el ungido de
Jehová.” 1 Samuel 24:5, 7. El Salvador nos dice: “No juzguéis, para que
no seáis juzgados...
Porque con el juicio con que juzgáis, seréis
juzgados; y con la medida con que medís, os volverán a medir.” Mateo
7:1, 2. Acordaos de que pronto el curso de vuestra vida será revisado
ante Dios. Recordad también que él dijo: “Eres inexcusable, oh hombre,
cualquiera que juzgas, ... porque lo mismo haces, tú que juzgas.”
Romanos 2:1.
No nos conviene dejarnos llevar del enojo con motivo
de algún agravio real o supuesto que se nos haya hecho. El enemigo a
quien más hemos de temer es el yo. Ninguna forma de vicio es tan funesta
para el carácter como la pasión humana no refrenada por el Espíritu
Santo. Ninguna victoria que podamos ganar es tan preciosa como la
victoria sobre nosotros mismos. De Autor Momentos de Oracion.
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