La oración de David después de su caída ilustra la naturaleza del
verdadero dolor por el pecado. Su arrepentimiento fué sincero y
profundo. No se esforzó él por atenuar su culpa y su oración no fué
inspirada por el deseo de escapar al juicio que le amenazaba. David veía
la enormidad de su transgresión y la contaminación de su alma;
aborrecía su pecado. No sólo pidió perdón, sino también que su corazón
fuese purificado. Anhelaba el gozo de la santidad y ser restituido a la armonía y comunión con Dios. Este era el lenguaje de su alma:
“¡Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada,
y cubierto su pecado!
¡Bienaventurado el hombre a quien Jehová no atribuye la iniquidad,
y en cuyo espíritu no hay engaño!” Salmos 32:1, 2...
“¡Apiádate de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia;
conforme a la muchedumbre de tus piedades borra mis transgresiones! ...
Porque yo reconozco mis transgresiones,
y mi pecado está siempre delante de mí. ...
¡Purifícame con hisopo, y seré limpio;
lávame, y quedaré más blanco que la nieve! ...
¡Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio,
y renueva un espíritu recto dentro de mí!
¡No me eches de tu presencia,
y no me quites tu santo Espíritu!
¡Restitúyeme el gozo de tu salvación,
y el Espíritu de gracia me sustente! ...
¡Líbrame del delito de sangre, oh Dios,
el Dios de mi salvación!
¡cante mi lengua tu justicia!” Salmos 51:1-14.
Sentir un arrepentimiento como éste es algo que supera nuestro propio
poder; se lo obtiene únicamente de Cristo, quien ascendió a lo alto y
dió dones a los hombres.
Precisamente en este punto es donde muchos
yerran, y por ello no reciben la ayuda que Cristo quiere darles.
Piensan que no pueden ir a Cristo a menos que se arrepientan primero, y
que el arrepentimiento los prepara para que sus pecados les sean
perdonados. Es verdad que el arrepentimiento precede al perdón de los
pecados; porque es únicamente el corazón quebrantado y contrito el que
siente la necesidad de un Salvador; pero para poder ir al Señor Jesús,
¿debe el pecador esperar hasta que se haya arrepentido? ¿Debe hacerse
del arrepentimiento un obstáculo entre el pecador y el Salvador?
La
Sagrada Escritura no enseña que el pecador deba arrepentirse antes de
poder aceptar la invitación de Cristo: “¡Venid a mí todos los que estáis
cansados y agobiados, y yo os daré descanso!” Mateo 11:28. La virtud
proveniente de Cristo es la que nos induce a un arrepentimiento genuino.
El apóstol Pedro presentó el asunto de una manera muy clara cuando dijo
a los israelitas: “A éste, Dios le ensalzó con su diestra para ser
Príncipe y Salvador, a fin de dar arrepentimiento a Israel, y remisión
de pecados.” Hechos 5:31. Tan imposible es arrepentirse si el Espíritu
de Cristo no despierta la conciencia como lo es obtener el perdón sin
Cristo. De Autor Momentos de Oracion.
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