miércoles, 15 de junio de 2016

LOS PRIMEROS MAESTROS

El padre y la madre deberían ser los primeros maestros de sus hijos.
Los padres y las madres deben comprender su responsabilidad. El mundo está lleno de trampas para los jóvenes. Muchísimos son atraídos por una vida de placeres egoístas y sensuales. No pueden discernir los peligros ocultos o el fin temible de la senda que a ellos les parece camino de la felicidad. Cediendo a sus apetitos y pasiones, malgastan sus energías, y millones quedan perdidos para este mundo y para el venidero. Los padres deberían recordar siempre que sus hijos tienen que arrostrar estas tentaciones. Deben preparar al niño desde antes de su nacimiento para predisponerlo a pelear con éxito las batallas contra el mal.
Los padres necesitan a cada paso una sabiduría más que humana a fin de comprender cómo educar mejor a sus hijos para una vida útil y feliz aquí, y para un servicio más elevado y un mayor gozo en el más allá...


La educación infantil una parte importante del plan de Dios—La educación de los niños constituye una parte importante del plan de Dios para demostrar el poder del cristianismo. Una solemne responsabilidad reposa sobre los padres en el sentido de educar a sus hijos para que cuando salgan al mundo, hagan bien y no mal a aquellos con quienes se asocien.
Los padres no deberían considerar livianamente la obra de educar a sus hijos, ni descuidarla por ningún motivo. Deberían emplear mucho tiempo estudiando cuidadosamente las leyes que regulan nuestro organismo. Deberían hacer su primer objetivo el conocer cabalmente la manera debida de tratar con sus hijos, a fin de proporcionarles mentes y cuerpos sanos. . . .
Muchos que profesan ser seguidores de Cristo descuidan tristemente sus deberes domésticos; no perciben la sagrada importancia de la responsabilidad que Dios ha encomendado en sus manos, de moldear los caracteres de sus hijos de tal modo que posean una fibra moral que les permita resistir a las numerosas tentaciones que entrampan los pies de la juventud.
Es necesaria la colaboración con Dios—Cristo no le pidió a su Padre que retirara a los discípulos del mundo, sino que los guardara del mal en el mundo para protegerlos de caer en las tentaciones que encontrarían en todas partes. Los padres y las madres deberían ofrecer esta misma oración en favor de sus hijos. ¿Pero han de rogar a Dios y luego dejar que sus hijos hagan como les plazca? Dios no puede proteger del mal a los hijos si los padres no colaboran con él. Los progenitores deben realizar su obra valiente y gozosamente, manifestando un esfuerzo incansable.
Si los padres comprendieran que nunca quedarán libres de la responsabilidad de educar y formar a sus hijos para Dios, si hicieran su obra con fe, colaborando con Dios mediante oración ferviente y trabajo, tendrían éxito en llevar a sus hijos al Salvador. De Autor Momentos de Oracion.




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