Le
señalo la única protección segura e inefable. Pida en nombre de Cristo
que Dios la cuide y la bendiga con sus queridos hijos. Lo hará; la
promesa es segura. Dios, su Padre Celestial, será como su esposo y
estará a su lado para aconsejarla, para conducirla y consolarla de
acuerdo con sus necesidades. Procure siempre la ayuda del Poderoso; su
mano extendida es capaz de salvar.
Por
más difícil que sea su caso, no se deje dominar por el desánimo.
Manténgase en guardia aunque le duela el corazón y amenace con
quebrantarse; siga teniendo confianza y esperanza. “Porque no aflige ni
entristece voluntariamente a los hijos de los hombres”. Lamentaciones
3:33. No se lamente. Mantenga la esperanza, consérvese alegre en Dios,
porque la mañana ya va a despuntar.
La paciente perseverancia en el
bien hacer la llevará desde este mundo de dolor y contienda a la gloria
y la honra de la vida eterna. Si Dios mora en usted y está por encima
de usted, no tiene nada que temer. La Biblia es una luz para los que
están en tinieblas. Frente a la perspectiva de una inmortalidad bendita
mantenida en reserva para los que perseveran hasta el fin, encontrará un
poder elevador y una fortaleza que va a necesitar para resistir el mal.
Manténgase firme en la hora de prueba y obtendrá finalmente una corona
inmarcesible...
Necesita dirección de lo alto. Confíe en el Señor con
todo el corazón, y él nunca la va a defraudar. Si le pide ayuda a Dios,
no lo hará en vano. Para animarnos a tener confianza se acerca a
nosotros por medio de su Santa Palabra y su Espíritu, y trata de
lograrlo de mil maneras. Pero en nada se deleita más que en recibir al
débil que acude a él en procura de fortaleza. Si quisiéramos encontrar
corazón y voz para orar, ciertamente él encontraría oídos para oír y un
brazo para salvar.
No se conoce un solo caso en que Dios haya
ocultado su rostro para no oír las súplicas de su pueblo. Cuando todo
otro recurso falló, él fue siempre un pronto auxilio en cada emergencia.
¡Quiera Dios bendecirla, querida alma pobre, sacudida y maltratada!
Aférrese de su mano; no la suelte. La llevará a usted, a sus hijos y
todas sus penas y pesares, si está dispuesta a depositarlos sobre él. De Autor Momentos de Oracion.
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