El
dolor viene y se va; ésa es la suerte del hombre; deberíamos no tratar
de agrandarlo, sino más bien detenernos en lo que es brillante y
placentero. Cuando el invierno extiende su cobertura de hielo sobre la
tierra, no permitimos que nuestra alegría se hiele con las flores y los
arroyos, ni nos lamentamos continuamente a causa de los días tristes y
los vientos fríos. Por el contrario, penetramos hacia adelante con la imaginación en el próximo verano, con su calor y vida y belleza...
Ahora mismo una nube ha ocultado de nuestra vista los brillantes rayos
del sol y quedamos en la sombra. ¿Deberíamos irritarnos y quejarnos por
eso y olvidar todo lo otro que es brillante y hermoso a nuestro
alrededor? No, deberíamos olvidar la nube y recordar que el sol no ha
sido raído, sino que ha velado su rostro solamente por un momento...
Dios no se complace en que tengamos que pasar nuestras vidas en el
desaliento y la melancolía, magnificando cada prueba que nos llega. Al
hacerlo, no solamente nos afligimos, sino que ensombrecemos la felicidad
de aquellos que nos rodean. No deberíamos escudriñar las oscuras
sombras de la experiencia de nuestra vida ni detenernos en ellas, sino
más bien abrir los ojos y levantar los sentidos para ver y apreciar las
muchas bendiciones que nos circundan ...
Es la voluntad de Dios que
seamos alegres... Aquellos que se relacionan con nosotros son afectados
para bien o para mal por nuestras palabras y acciones. Estamos
inconscientemente difundiendo la fragancia de nuestro carácter en la
atmósfera moral que nos circunda, o estamos envenenando esa atmósfera
con pensamientos, palabras y hechos que tienen una influencia negativa
sobre aquellos con quienes nos asociamos. De Autor Momentos de Oracion.
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