Recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir. (Hechos 20:35) Pues en eso consiste la felicidad.
viernes, 4 de marzo de 2016
ENTREGO MI CORAZÓN
El Señor os dice a cada uno de vosotros: “Dame, hijo mío, tu corazón”. El ve vuestra confusión. El sabe que vuestra alma está enferma de pecado, y desea deciros: “Tus pecados te son perdonados”. El Gran Médico tiene un remedio para cada dolencia. El entiende tu caso. Sean cuales fueren tus errores, él sabe cómo arreglarlos. ¿No te encomendarás a él?
La bendición de Dios reposará sobre cada alma que se consagre plenamente a él. Cuando busquemos a Dios de todo corazón, lo encontraremos. Dios tiene celo por nosotros, y quiere que hagamos una obra cabal para la eternidad. El volcó todo el cielo en un don, y no hay razón para dudar de su amor...
Dios te pide que le des tu corazón. Tus facultades, tus talentos, tus afectos, todo debes consagrarle para que pueda obrar en ti el querer y el hacer su voluntad y te haga apto para la vida eterna.
Cuando Cristo mora en el corazón, el alma está llena de su amor, del gozo de su comunión, que se une a él; y pensando en él, se olvida de sí misma. El amor de Cristo es el móvil de la acción. Aquellos que sienten el constructivo amor de Dios no preguntan cuánto es lo menos que pueden darle para satisfacer los requerimientos de Dios; no preguntan cuál es la más baja norma aceptada, sino que aspiran a una vida de completa conformidad con la voluntad de su Salvador. Con ardiente deseo entregan todo, y manifiestan un interés proporcionado al valor del objeto que buscan.
Lo que Dios quiere es el espíritu sumiso, susceptible de enseñanza. Lo que otorga a la oración su excelencia es el hecho de que emana de un corazón amante y obediente. De autor Momentos de Oracion.
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