¡Oh, qué amor, qué amor incomparable! Los caídos seres humanos pueden
llegar a estar tan íntimamente unidos con Cristo que sean glorificados
con él. Han seguido sus pisadas en esta tierra, trabajando como él por
las almas por las cuales murió, y cuando venga a buscar a los suyos
entrarán en su gozo, y se sentarán junto a su mesa en su reino. “Donde
yo estuviere -dice él-, allí también estará mi servidor”. Juan 12:26...
¡Qué maravilloso pensamiento es que nosotros,
pobres y caídos pecadores, podemos llegar a ser uno con Cristo,
participantes de su naturaleza divina, refinados, purificados y
glorificados! Podemos vencer y sentarnos con Cristo. Seremos hechos a su
imagen.. Nos ama, y nos ayudará. Debemos ser pasivos en sus manos.
Tenemos su promesa. Disponemos de los títulos de propiedad en el reino
de gloria. Jamás fueron redactados títulos de propiedad tan
estrictamente de acuerdo con la ley, o más cuidadosamente firmados, que
los que le dan derecho al pueblo de Dios a las mansiones celestiales.
“No se turbe vuestro corazón -dice Cristo-; creéis en Dios; creed
también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no
fuera, yo os lo hubiera dicho; voy pues, a preparar lugar para vosotros.
Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí
mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis”. Juan 14:1-3.
Todos los que quieren pueden acogerse a las promesas del pacto.
Enorme es el precio que se pagó por nuestra redención: La sangre del
unigénito Hijo de Dios. Cristo fue puesto a prueba mediante aguda
aflicción. Su naturaleza humana fue probada al máximo. Cargó con la pena
de muerte que merecía la transgresión del hombre. Se convirtió en la
garantía y el sustituto del pecador. Es capaz de mostrar el fruto de sus
sufrimientos y su muerte mediante su resurrección de entre los muertos.
Desde el sepulcro abierto de José resuena esta proclama: “Yo soy la
resurrección y la vida. Los que creen en mí, y hacen las obras de
justicia que yo hago, son justificados, santificados, emblanquecidos y
probados. Han obtenido piedad y vida eterna”. De Autor Momentos de Oracion.
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