Ninguna vida fue tan llena de trabajo y responsabilidad como la de
Jesús, y, sin embargo, cuán a menudo se le encontraba en oración. Cuán
constante era su comunión con Dios... Como uno de nosotros, participante
de nuestras necesidades y debilidades, dependía enteramente de Dios, y
en el lugar secreto de oración, buscaba fuerza divina, a fin de salir
fortalecido para hacer frente a los deberes y las pruebas. En un mundo
de pecado, Jesús soportó luchas y torturas del alma. En la comunión con Dios, podía descargarse de los pesares que le abrumaban. Allí encontraba consuelo y gozo.
Cristo, el clamor de la humanidad llegaba al Padre de compasión
infinita. Como hombre, suplicaba al trono de Dios, hasta que su
humanidad se cargaba de una corriente celestial que conectaba a la
humanidad con la divinidad. Por medio de la comunión continua, recibía
vida de Dios a fin de impartirla al mundo. Su experiencia ha de ser la
nuestra.
“Venid vosotros aparte”, nos invita. Si tan solo
escuchásemos su palabra, seríamos más fuertes y más útiles... Si hoy
tomásemos tiempo para ir a Jesús y contarle nuestras necesidades, no
quedaríamos chasqueados; él estaría a nuestra diestra para ayudarnos...
En todos los que reciben la preparación divina, debe revelarse una vida
que no está en armonía con el mundo, sus costumbres o prácticas; y cada
uno necesita tener experiencia personal en cuanto a obtener el
conocimiento de la voluntad de Dios. Debemos oírle individualmente
hablarnos al corazón. Cuando todas las demás voces quedan acalladas, y
en la quietud esperamos delante de él, el silencio de alma hace más
distinta la voz de Dios. Nos invita: “Estad quietos, y conoced que yo
soy Dios” (Salmos 46:10) Solamente allí puede encontrarse verdadero
descanso. De Autor Momentos de Oracion.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Sientase con la libertad de dar su opinión y tambien el de hacer preguntas, estoy a su servicio. Gracias.