Es el privilegio de cada creyente hablar primero con su Dios en su
intimidad, y luego, como vocero de Dios, hablar con otros. Para tener
algo que impartir, debemos recibir diariamente luz y bendiciones.
Hombres y mujeres que tienen comunión con Dios, que tienen a Cristo
morando en ellos, que estén circundados de santa influencia porque
colaboran con santos ángeles, son los que se necesitan en este tiempo.
La causa necesita a aquellos que tienen poder de trabajar con Cristo, poder de expresar el amor de Dios en palabras de ánimo y simpatía.
Cuando el creyente se inclina en súplica ante Dios, y en humildad y
contrición ofrece su petición con labios no fingidos, pierde todo
pensamiento egoísta. Su mente se llena del pensamiento de qué debe
poseer para poder construir un carácter semejante a Cristo. El ora:
“Señor, si debo ser un canal a través del cual tu amor debe fluir día
tras día y hora tras hora, reclamo por la fe la gracia y el poder que tú
has prometido”. Se aferra firmemente de la promesa: “Si alguno de
vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, ... y le será dada”.De Autor Momentos de Oracion.
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