Si pensamos como Dios, nuestra voluntad se sumergirá en la de Dios, e
iremos a cualquier parte donde Dios nos dirija. Así como un niño amante
pone su mano en la de su padre, y camina junto a él con plena confianza
haya oscuridad o luz, así también los hijos de Dios deben andar con
Jesús en tiempo de gozo o de aflicción, a la luz o en las sombras, en el
camino de la vida...
Los seguidores de Cristo deben manifestar las características de su Señor ante el mundo.
No deben descuidar su deber o dejar de prestarle la debida atención, ni
tampoco deben ser indiferentes a su influencia, porque deben ser los
representantes de Jesús en el mundo...
Los que no andan con toda fe
y pureza, se aterrorizan ante el pensamiento de presentarse delante de
su Señor. No les gusta pensar o hablar de Dios. Dicen en su corazón y
mediante sus acciones: “Aléjate de nosotros, oh Dios; no queremos el
conocimiento de tus caminos”. Pero el verdadero cristiano, por la fe en
Cristo, conoce cuáles son los pensamientos y cuál es la voluntad de
Dios. Comprende por experiencia viva algo de la longitud, la
profundidad, la anchura y la altura del amor de Dios que sobrepasa todo
entendimiento. De Autor Momentos de Oracion.
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