El Salvador comparó las bendiciones del amor redentor con una preciosa
perla. Ilustró su lección con la parábola del comerciante que busca
buenas perlas, “que hallando una preciosa perla, fue y vendió todo lo
que tenía, y la compró”. Cristo mismo es la perla de gran precio. En él
se reúne toda la gloria del Padre, la plenitud de la Divinidad. Es el
resplandor de la gloria del Padre, y la misma imagen de su persona. La
gloria de los atributos de Dios se
expresa en su carácter. Cada página de las Santas Escrituras brilla con
su luz. La justicia de Cristo, cual pura y blanca perla, no tiene
defecto ni mancha. Ninguna obra humana puede mejorar el grande y
precioso don de Dios. Es perfecto. En Cristo “están escondidos todos los
tesoros de sabiduría y conocimiento”. El “nos ha sido hecho por Dios
sabiduría, y justificación, y santificación, y redención”. [1]Colosenses
2:3; 1 Corintios 1:30. Todo lo que puede satisfacer las necesidades y
los anhelos del alma humana, para este mundo y para el mundo venidero,
se halla en Cristo. Nuestro Redentor es una perla tan preciosa que en
comparación con ella todas las demás cosas pueden reputarse como
pérdida. De Autor Momentos de Oracion.
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