Muchos que podrían ser fructíferos en el servicio de Dios se dedican a
adquirir riquezas. La totalidad de su energía es absorbida en las
empresas comerciales, y se sienten obligados a descuidar las cosas de
naturaleza espiritual. Así se separan de Dios... Hemos de trabajar para
poder dar al que necesita. Los cristianos deben trabajar, deben ocuparse
en los negocios, y pueden hacerlo sin pecar. Pero muchos llegan a estar
tan absortos en los negocios, que no tienen tiempo para orar, para estudiar la Biblia, para buscar y servir a Dios.
A veces su alma anhela la santidad y el cielo; pero no tienen tiempo
para apartarse del ruido del mundo con el fin de escuchar el lenguaje
del Espíritu de Dios, que habla con majestad y autoridad. Las cosas de
la eternidad se convierten en secundarias y las cosas del mundo en
supremas. Es imposible que la simiente de la palabra produzca fruto;
pues la vida del alma se emplea en alimentar las espinas de la
mundanalidad.
Y muchos que obran con un propósito muy diferente
caen en un error similar. Están trabajando para el bien de otros; sus
deberes apremian, sus responsabilidades son muchas, y permiten que su
trabajo ocupe hasta el tiempo que deben a la devoción... Andan lejos de
Cristo; su vida no está saturada de su gracia y se revelan las
características del yo. De Autor Momentos de Oracion.
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