Cuando
sufrimos pruebas que parecen inexplicables, no debemos permitir que
nuestra paz sea malograda. Por injusto que sea el trato recibido, no
permitamos que se despierte la pasión. Condescendiendo con un espíritu
de venganza nos dañamos a nosotros mismos. Destruimos nuestra propia
confianza en Dios y ofendemos al Espíritu Santo. Hay a nuestra lado un
testigo, un mensajero celestial, que
levantará por nosotros una barrera contra el enemigo. Él nos envolverá
con los brillantes rayos del Sol de Justicia. A través de ellos Satanás
no puede penetrar. No puede atravesar este escudo de luz divina. – {RP
134.2}
Mientras el mundo progresa en la impiedad, ninguno de
nosotros necesita hacerse la ilusión de que no tendrá dificultades.
Serán ellas mismas las que nos llevarán a la cámara de audiencia del
Altísimo. Podemos pedir consejo a Aquel que es infinito en sabiduría...
El Señor dice: “Invócame en el día de la angustia”. Salmos 50:15. Él
nos invita a presentarle lo que nos tiene perplejos, nuestras carencias y
nuestra necesidad de ayuda divina. Nos aconseja ser constantes en la
oración. Tan pronto como las dificultades surgen, debemos dirigirle
nuestras sinceras y fervientes peticiones. Las oraciones importunas
evidencian nuestra vigorosa confianza en Dios. El sentimiento de
necesidad nos inducirá a orar con fervor, y nuestro Padre celestial será
movido por nuestras súplicas.
Los que sufran el oprobio o la
persecución por causa de su fe, a menudo serán tentados a pensar de que
Dios los ha olvidado. A la vista de los hombres, se hallan entre la
minoría. Según todas las apariencias, sus enemigos triunfan sobre ellos.
Pero no violen su conciencia. Aquel que sufrió por ellos y llevó sus
pesares y aflicciones, no los olvidará.
Los hijos de Dios no son
dejados solos e indefensos. La oración mueve el brazo de la
Omnipotencia. Por la oración, los hombres “sojuzgaron reinos, obraron
justicia, obtuvieron promesas, cerraron las bocas de los leones,
apagaron la violencia del fuego”—y llegamos a saber lo que esto
significa cuando oímos acerca de los mártires que murieron por su fe—,
“pusieron en fuga a ejércitos de gente extranjera”. Hebreos 11:33, 34. De Autor Momentos de Oracion.
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