La
Sagrada Escritura no enseña que el pecador deba arrepentirse antes de
poder aceptar la invitación de Cristo: “¡Venid a mí todos los que estáis
cansados y agobiados, y yo os daré descanso!” Mateo 11:28. La virtud
proveniente de Cristo es la que nos induce a un arrepentimiento genuino.
El apóstol Pedro presentó el asunto de una manera muy clara cuando dijo
a los israelitas: “A éste, Dios le
ensalzó con su diestra para ser Príncipe y Salvador, a fin de dar
arrepentimiento a Israel, y remisión de pecados.”Hechos 5:31. Tan
imposible es arrepentirse si el Espíritu de Cristo no despierta la
conciencia como lo es obtener el perdón sin Cristo...
El es la fuente
de todo buen impulso. Es el único que puede implantar en el corazón
enemistad contra el pecado. Todo deseo de verdad y pureza, toda
convicción de nuestra propia pecaminosidad evidencian que su Espíritu
está obrando en nuestro corazón.
Jesús dijo: “Yo, si fuere
levantado en alto de sobre la tierra, a todos los atraeré a mí mismo.”
Cristo debe ser revelado al pecador como el Salvador que murió por los
pecados del mundo; y mientras contemplamos al Cordero de Dios sobre la
cruz del Calvario, el misterio de la redención comienza a revelarse a
nuestra mente y la bondad de Dios nos guía al arrepentimiento. Al morir
por los pecadores, Cristo manifestó un amor incomprensible; y a medida
que el pecador lo contempla, este amor enternece el corazón, impresiona
la mente e inspira contrición al alma.
Es verdad que a veces los
hombres se avergüenzan de sus caminos pecaminosos y abandonan algunos de
sus malos hábitos antes de darse cuenta de que son atraídos a Cristo.
Pero siempre que, animados de un sincero deseo de hacer el bien, hacen
un esfuerzo por reformarse, es el poder de Cristo el que los está
atrayendo. Una influencia de la cual no se dan cuenta obra sobre su
alma, su conciencia se vivifica y su conducta externa se enmienda. Y
cuando Cristo los induce a mirar su cruz y a contemplar a Aquel que fué
traspasado por sus pecados, el mandamiento se graba en su conciencia.
Les es revelada la maldad de su vida, el pecado profundamente arraigado
en su alma. Comienzan a entender algo de la justicia de Cristo, y
exclaman: “¿Qué es el pecado, para que haya exigido tal sacrificio por
la redención de su víctima? ¿Fueron necesarios todo este amor, todo este
sufrimiento, toda esta humillación, para que no pereciéramos, sino que
tuviésemos vida eterna?”
El pecador puede resistir a este amor,
puede rehusar ser atraído a Cristo; pero si no se resiste, será atraído a
Jesús; el conocimiento del plan de la salvación le guiará al pie de la
cruz, arrepentido de sus pecados, los cuales causaron los sufrimientos
del amado Hijo de Dios.
La misma Inteligencia divina que obra en
las cosas de la naturaleza habla al corazón de los hombres, y crea en él
un deseo indecible de algo que no tienen. Las cosas del mundo no pueden
satisfacer su ansia. El Espíritu de Dios les suplica que busquen las
únicas cosas que pueden dar paz y descanso: la gracia de Cristo y el
gozo de la santidad. Por medio de influencias visibles e invisibles,
nuestro Salvador está constantemente obrando para atraer el corazón de
los hombres y llevarlos de los vanos placeres del pecado a las
bendiciones infinitas que pueden obtener de El. A todas esas almas que
procuran vanamente beber en las cisternas rotas de este mundo, se dirige
el mensaje divino: “El que tiene sed, ¡venga! ¡y el que quiera, tome
del agua de la vida, gratuitamente" Apocalipsis 22:17. De Autor Momentos de Oracion
.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Sientase con la libertad de dar su opinión y tambien el de hacer preguntas, estoy a su servicio. Gracias.